Eres tú, mujer, generadora de la existencia humana, el poderoso cáliz de la vida late en tu interior.
Eres tú, mujer, el pilar que acomoda y da sentido a la existencia. Ancestralmente ocupada, en dar cobijo, ofrecer afecto y formación.
En curar las heridas del cuerpo y del alma, llena de dulzura y calma.
Valquiria luchadora y guardiana de principios. Siempre dispuesta, sin perder el aliento, a salir a delante aunque sea un tormento.
Siempre tratando de poner orden y paz a costa de tus propios miedos. A veces despreciada incluso vejada, no escondes tus lágrimas, que purgan la pena de tu alma…
Valiente y frágil, una extraña mezcla que te hace especial y que contradice, a quien te cree superficial.
Todo lo que te rodea te impregna de inquietud y tu sexto sentido te pasea por la senda del destino…
Eres tú, mujer, que por tu conciencia y honor eres capaz de abarcar todas las tareas que te impones y más, a veces, despreciando tus propios límites y bordeando la locura, por no fallar.
En sintonía con el tiempo y el espacio, ofreces tu juventud y tus fuerzas, a la noble tarea.
En tu interior se forja la existencia y en tu seno fructifica… Creces, curas, formas, peleas y cuando llega el otoño de tu vida, sigues siendo baluarte de tu casta, regazo amoroso de los que llegaran mas tarde…
Eres tú, mujer, la pieza que concreta el universo, que lo torna armonioso. Eres colaboradora necesaria, fracción indispensable. Con tus risas, tus lagrimas, tus cantos, das expresión a los sentimientos, aunque no te comprendan, no te ocultas, estas orgullosa de mostrarlos…
Sin tu capacidad innata de expresión, nuestra especie, seria una especie en extinción...
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