Día cuatro, cuento cuatro.
Todo lo que deseaba estaba allí. Si estiraba la mano y podía
tocar su cara. Era un chico tan atractivo... Dormido parecía una
figura griega. Era el cuerpo cincelado a base de gim mas perfecto,
que había tenido entre sus sabanas…
Su corazón frio y su mente pérfida le impedían sentir algo que
los demás llamaban amor.
Desde que abandonara el nido, aquel día, cansada de ver la misma
expresión incomprensible para ella en la cara de sus padres, todo
era nuevo y excitante. Cada poco conocía a alguien que le atraía y
sin pensarlo mucho rato, se entregaba sin esperar nada mas que la
estimulante sensación de ver que pasaría…
Y mientras, nunca se planteo porque su corazón era incapaz de
sentir amor.
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